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Consejos para reducir el estrés por una mudanza

El estrés en una mudanza es algo que casi todo el mundo sufre alguna vez en su vida. Y es que cambiarse de casa es un hecho tan extraordinario y que normalmente no se suele hacer tan a menudo que es normal que dicha situación llegue a desbordarnos.

Por supuesto, no se valora de la misma manera una mudanza si nos hemos visto forzados a hacerla (por ejemplo, en un desahucio o porque el propietario nos haya avisado con poco tiempo de que tenemos que desalojar la vivienda) o si ha sido nuestra elección (por ejemplo, hemos conseguido otra casa mejor, ya sea por ubicación o condiciones).

Así las cosas, es común que en el primer tipo de casos, las mudanzas forzosas, estemos inevitablemente más predispuestos a vivirla con estrés, ya que nuestra capacidad de afrontar una situación como esta se podría ver afectada por la negatividad inicial.

De esta forma, enfocaremos este artículo desde una situación de mudanza elegida, que tampoco está exenta de estrés. Y para hacer frente a todo ello, habrá que seguir ciertos pasos con los que se incrementará la sensación de control para reducir tanto el estrés como la ansiedad.

5 tips para minimizar el estrés durante una mudanza

El proceso se dividirá en diferentes pasos, puesto que cuando hay que afrontar una tarea tan ardua y complicada, el mejor plan cuando se comienza es intentar simplificar.

De este modo, se aumenta la eficacia en todas las pequeñas tareas planteadas y sentiremos que se van superando etapas que, al sumarlas todas, forman la tarea global.

1. Organización del tiempo

Vaciar una vivienda y luego llenar otra no es cosa de un día… Por eso, se recomienda organizarse con tiempo. Lo mejor es hacer un planning y marcar en el calendario los días en los que se realizarán las distintas  tareas de la mudanza.

Si tienes la suerte de que alguien te ayude también tendrás que conocer su disponibilidad y coordinarse bien. Hay que tener en cuenta eventos, compromisos, horario laboral, fines de semana libres… No te olvides de señalar en rojo el día que empezarás el traslado.

2. Organización de espacios

Hacer un croquis de ambas casas es básico (además, si tienes el plano de la base con las estancias medidas por metros cuadrados, mucho mejor). Mide todos los muebles de tu casa (sofá y mesas incluidos) para diseñar la distribución de los espacios en tu nueva vivienda.

Puede pasar que alguno no quepa. No es de extrañar que esto sea una de las mayores causas de estrés en una mudanza. Y es que en ese momento hay que plantearse qué muebles mantendrás y cuáles tendrás que comprar. Por eso, es vital anotar aquellos muebles que tendrás que mover, lo que pesan (aproximadamente) y ocupan.

Lo idóneo es hacer lo mismo con los electrodomésticos, las camas y lo que vaya ser la “estructura” de tu nuevo hogar.

3. Selección

Una vez tienes clara la distribución de objetos “pesados”, hay que hacer el recuento de armarios (empotrados o no).

Si en la casa nueva hay menos armarios, la ropa y enseres que tienes en la actual no van a caber. Es pura lógica matemática. Así, hay una disyuntiva: comprar/hacer más armarios para el nuevo hogar o deshacerse de objetos y ropa que ya no se usan (o que ni siquiera recordabas tener).

No cabe duda de que una mudanza es una gran oportunidad para “soltar lastre”. Y es que con solo pensar en la enorme cantidad de objetos que se acumulan durante años y que no se usan… En una mudanza hay que ser prácticos, por lo que es ideal prescindir de todos aquellos objetos que no necesitas en tu vida.

4. Empaquetar, embolsar y embalar

En este proceso de estrés durante una mudanza hay que tener claro qué conservar y qué no. Una vez esto ocurra, es el turno de hacer una lista (preferiblemente por cada habitación que se vaya a vaciar) donde se apunte con lo que nos quedaremos y buscar, comprar o pedir prestado:

  • Cajas
  • Bolsas
  • Maletas
  • Celofán
  • Plástico de burbujas

Se debe empezar a empaquetar lo que no se necesita en el día a día y los alimentos en conserva, ya que esta tarea supone varias jornadas y, obviamente, no podemos vivir sin el cepillo de dientes el primer día, ¿cierto?

Es aconsejable que en las cajas, bolsas o maletas que usemos pongamos una pegatina que indique los objetos que contienen y a qué habitación irán destinados en la nueva vivienda, puesto que cuando se trasladen se encontrarán con más facilidad y se ahorrará bastante tiempo.

Lo último que hay que empaquetar son los enseres de higiene diaria. En cuanto a los víveres perecederos, hay que intentar consumirlos antes de la mudanza.

5. Traslado

Por último hay que pensar cómo se va a realizar el traslado: solo, acompañado, con un coche, con una furgoneta… En el caso de que no tengas ayuda, probablemente lo ideal sería contratar los servicios de una empresa de mudanzas y asunto arreglado.

Sin embargo, para ahorrarse un buen dinero, probablemente lo mejor sea  alquilar una furgoneta para mudanzas con la que poder hacer nosotros mismos todo el proceso.

Resumiendo, para reducir el estrés de una mudanza hay que: planificarse con tiempo, tener en cuenta las medidas de los objetos, seleccionar qué te lleva y qué no, empaquetar todo y finalmente trasladar dichos objetos a la nueva vivienda.

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